El majestuoso Palacio Garnier, símbolo emblemático de la ciudad, encarna la grandeza y la elegancia de la ópera francesa. Esta teatro es una atracción turística donde los visitantes pueden descubrir la historia, arte y la magia de la ópera.
En 1858, militantes anarquistas atacaron a Napoleón III y a su esposa Eugenia cuando se dirigían a la ópera. Milagrosamente, el Emperador y su esposa sobrevivieron al violento ataque, que dejó ocho muertos y casi cincuenta heridos.
Al día siguiente, Napoleón III ordenó la construcción de un teatro, que se llamaría “Academia Imperial de Música y Danza”. Se convocó un concurso y el arquitecto Charles Garnier fue declarado ganador, por delante de Viollet-le-Duc y Charles de Fleury.
Las obras comenzaron en 1861 y duraron hasta 1874. Sin embargo, la guerra franco-prusiana interrumpió las obras en 1870. El Palacio Garnier, Ópera de París se inauguró el 5 de enero de 1875. Napoleón III, muerto en el exilio dos años antes, nunca tuvo la oportunidad de admirar el teatro que había encargado.
A petición del emperador, el barón Haussmann construyó una nueva avenida desde el palacio de las Tullerías hasta el palacio. Esta avenida, sin árboles, permitia a los transeúntes admirar sin obstáculos este nuevo templo del arte lírico parisino. Este notable ejemplo de arquitectura neobarroca del siglo XIX se convirtió en un símbolo del poder imperial.
El Palacio Garnier es mundialmente famoso por haber inspirado la novela de Gaston Leroux “El fantasma de la ópera”. Esta joya arquitectónica ofrece visitas guiadas al público para descubrir sus lugares míticos y rincones secretos. Entre lo más destacado de este suntuoso edificio, catalogado como monumento histórico, figuran la gran escalinata de mármol, la cuenca de Pythia, el semillero de danza y el famoso cuadro “El techo de la Ópera”, pintado por Marc Chagall en 1964.